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Un modelo económico altruista propone establecer relaciones entre personas y comunidades basadas en promover en primer lugar el bienestar de otros (altrui=otro) incluso a costa del propio. Se plantea en contraposición al modelo egoísta (ego=yo) que se enfoca en el interés individual y conlleva además el deseo permanente de competir con el fin de mostrar supremacía, ya sea física, económica o de otra índole.

En un modelo económico egoísta la preocupación principal es el propio beneficio; el deseo de colaborar con los demás aparece sólo cuando esta acción tiene consecuencias positivas para el individuo y desaparece por completo, si ayudar a otro trae aparejado alguna clase de perjuicio. Por el contrario, en el modelo altruista no sólo hay una preocupación natural por el prójimo, sino que existe disposición para sacrificar el propio interés en pos de beneficiar a la comunidad.

El modelo egoísta implica por definición que, para que alguien gane, siempre otro debe perder. El modelo altruista persigue, en cambio, la consecución de objetivos comunes y se busca que todos los miembros de la comunidad tengan la oportunidad de verse beneficiados por el trabajo colaborativo, solidario y con orientación clara en el bienestar del grupo, por sobre el del individuo.

Cabe agregar que muchos sostienen hasta el día de hoy, que el modelo egoísta es el que define a nuestro comportamiento biológico, por lo tanto natural y espontáneo a nuestra especie. El referente habitual para esta afirmación es el paradigma darwiniano, cuyo autor observó por mucho años y en diversas criaturas un comportamiento competitivo al que llamó “lucha por la existencia”, aseverando que por encima de cualquier otra finalidad, está la de preservar y perpetuar los propios genes. Sin embargo, numerosos estudios de la misma época y hasta el día de hoy, han observado que el comportamiento altruista constituye una característica igual de poderosa y presente en la naturaleza tanto animal como humana.

Bibliografía